10 dic 2004

Inquieto

Se retira hacia el fondo de sí mismo a pensar lo poca cosa que es. Tal vez se vuelve al árbol que le sugiere un gesto. Al cabo de una hora, es la arena más bien quien le influye. Indolente.
Recuerda un viejo amor. Se cree bien conservado a pesar del olvido y la sangre agolpada sobre su corazón. No estaría tan inerme si tuviera un amigo: por ejemplo un guijarro, un ave moribunda, una colina cálida.
Cierra primero un ojo, luego el otro, escrutándose con furor. No descubre nada fundamental en sus pulmones ni en sus almas, que se quita una detrás de otra, igual que sus camisas.
Toda serenidad le parece una ofensa.

Alain Bosquet

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