28 oct 2003

La muerte
(y el amor a la vida)
Un mandarín chino propuso una vez al gobernador de una provincia esta medida que no tardó en adoptarse. En el momento en que la víctima debía colocar la cabeza sobre el tajo para que el verdugo pudiese cortarla, un caballero enjaezado llegaba a todo galope y gritaba: ¡Alto! ¡El Señor ha indultado al condenado a muerte! Y en ese instante de euforia suprema, el verdugo cortaba la cabeza al feliz mortal.

Las voces del silencio
(el fin tecno-lógico y escalo-lógico y la vuelta a empezar)
La energía atómica encadenada se ha desencadenado finalmente y ha destruido toda vida humana en el planeta. Solamente un habitante de un rascacielos de Chicago se ha salvado. Después de haber comido y bebido lo que había en su nevera, visto y oído su biblioteca ideal, su museo imaginario y su discoteca real, desesperado de no verse morir, decide suprimirse y se arroja al vacío desde lo alto del piso cuarenta. En el momento en que pasa por delante del primer piso oye sonar el teléfono.

Kostas Axelos, "Cuentos filo-sóficos".

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